¿Qué podemos aprender de la gestión de la pandemia?
Lo positivo, la grandeza de nuestros profesionales y cómo han gestionado una situación que ha desbordado los escenarios más pesimistas. Hay que confiar en el liderazgo clínico; los clínicos son los que conocen el terreno, los gestores deben actuar como facilitadores. Por el contrario, se han puesto de manifiesto nuestras debilidades como sistema sanitario: un sistema rígido, lento, endogámico, que ha mirado demasiado el cortoplacismo ligado al entorno político del momento. Además, se ha constatado la necesidad de inversión en una tecnología y equipamiento con un alto grado de obsolescencia; un capítulo muy castigado en los últimos tiempos después de la última crisis económica, así como la falta de previsión para poder dar salida de una forma rápida a las necesidades de material sanitario en cada momento.
¿Cómo deben reenfocar los Directivos de la Salud su labor en la gestión sanitaria desde ahora?
Hay que poner de una vez por todas al paciente en el centro del sistema; el ciudadano cada vez está más empoderado respecto a las decisiones que competen a su salud, no podemos seguirlo tratando como si no se enterara de nada. En realidad, hay que respetarlo, debemos preservar su autonomía, debemos escucharlo.
Por otra parte, hay que desburocratizar al sistema. Lo hemos escuchado muchas veces durante este tiempo; ha sido más fácil resolver algunos temas en estos días que en meses o años a diferentes niveles: al propio engranaje de la Administración, a los procesos de compras y suministros, a las relaciones con los pacientes, etc.
Finalmente, es el momento definitivo de la medicina basada en el valor (value-based healthcare). La pandemia nos ha abierto los ojos, nos ha hecho ver la cantidad de cosas que hacemos que no aportan ningún valor ni para el profesional ni para el paciente.
¿Qué medidas cree que se deben adoptar a medio-largo plazo para conseguir un sistema sanitario sólido, foco de calidad y eficiencia?
A mi criterio hay que poner el foco en 4 aspectos: