Duele, y mucho, saber que a día de hoy (27.04.2020) España es el país del mundo en el que más profesionales sanitarios (37.994) se han contagiado tratando de paliar las consecuencias patológicas derivadas del Covid-19, a la vez que se siente el orgullo de pertenecer a su ámbito de acción y profesión. Duele, y mucho, saber que es el tercer país del mundo en el que más personas han fallecido a consecuencia de sus efectos con 23.521 por detrás de Estados Unidos con 54.876 y de Italia con 26.644, pero ocupando el primer lugar en proporción a la población. El número de contagiados es de 209.465 entre los que se incluye la mujer del Presidente del Gobierno, la señora Vicepresidenta primera y la pareja del Vicepresidente segundo.
¿Qué ha hecho Alemania que es la admiración del mundo por su relativo escaso número de contagios diferente a lo que ha hecho o más precisamente lo que no ha hecho España? Además de contener (de momento) la pandemia no ha comprometido su economía porque el cierre de empresas y confinamiento ha sido muy inferior. ¿Pues qué es lo que ha hecho? Lo que se hace en todas las enfermedades de trasmisión entre personas si no existe vacuna que las inmunice: aislamiento de los contagiados. ¿Y cómo se sabe si se está contagiado? Esta es la pregunta clave porque la respuesta es tan simple como aplicar test diagnóstico, ya sean tipo PCR para saber si se está contagiado o serológicos para conocer si ya se está inmunizado porque ha pasado la enfermedad. Y ese ha sido el gran error, es decir, la falta de aplicación de test por indicación tardía o por ausencia de ellos. Al comienzo no existían y los que llegaron tarde fuero defectuosos, y caros, próximo al timo. La consecuencia ha sido el confinamiento máximo a ciegas sin distinguir entre contagiados y no contagiados. Y con ello una parálisis de la actividad productiva que muchos auguran que será catastrófica. Por de pronto Alemania ya ha tomado la decisión de prohibir a sus habitantes veranear en España, no así en la vecina Portugal que ha actuado diligentemente.
En el ámbito asistencial, a falta de evaluación posterior más detenida, la actuación ha sido admirable porque la actitud del personal sanitario, y no sanitario, relacionado con ella ha sido, no solo admirable, sino literalmente heroica con 39 fallecidos. La crítica tenue de que el sistema sanitario era insuficiente para atender la pandemia a causa de los recortes ha sido muy bien rebatida por César Pascual (Redacción Médica, 21.04.2020) afirmando que no existe sistema sanitario capaz de acoger una demanda de tales proporciones. En cualquier caso la reacción asistencial de autoridades, gestores y profesionales ha sido magnánima. Otra cosa es si ha cumplido con los preceptos de necesidad, eficacia, eficiencia, equidad y calidad que en condiciones normales es exigible a todo sistema sanitario. Se habrá de responder pasada esta crisis a cinco preguntas básicas que son: a) tenemos lo que necesitamos, b) con lo que tenemos hacemos lo que debemos c) lo que hacemos lo hacemos a un precio correcto d) a la misma necesidad ofrecemos similar recurso y e) lo hacemos con la calidad debida, tanto técnica de acuerdo a los conocimientos científicos, como percibida como corresponde a todo ser humano. En este apartado ha llamado la atención el estado lamentable, para muchos de casi abandono, de las residencias geriátricas que habrá que revisar, junto a la asistencia a la cronicidad y el refuerzo de la asistencia primaria, salud pública y especialmente de la epidemiología como alerta sanitaria inmediata.
Como dice el Presidente de SEDISA Joaquín Estevez, no es el momento de analizar el profesionalismo gestor pero tendremos que hacerlo a posteriori porque el liderazgo sirve para un momento pero para siempre es necesario el profesional. También merecerá la pena revisar la obcecación política defensora de sus intereses partidistas, tanto del gobierno como de la oposición, pues ni el número de escaños ni el de afiliados a sus respectivas formaciones que, entre todo los partidos políticos, apenas llegan a los dos millones de habitantes, les da para actuar de otra manera que no sea pactando y esforzándose en llegar a acuerdos que debería alcanzar un pacto de estado sanitario tantas veces reclamado.
Ha habido un hecho que ha levantado polvareda y es que con las mejores intenciones algunos Comités de Ética ante la escasez de camas de UCI han pretendido ayudar a decidir al médico con un protocolo en el que aparecía la edad, y concretamente la de 80 años como uno de los factores negativos para el acceso. La inoportunidad no ha podido ser mayor pues los que necesitaban esa cama eran los viejos con los que se ha cebaba el coronavirus, además de ser quienes con su larga aportación habían hecho posible su existencia. Algunas personas de gran relevancia social llegaron a escribir, con una contundencia inaudita, en un medio de amplísima difusión nacional lo siguiente: <El artículo 15 de nuestra Constitución, inspirado en el artículo 2 de la Constitución alemana, establece que “todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral”. Es la garantía jurídica y moral que la colectividad democrática ha articulado frente a cualquier tentación de violar el principio de una estricta igualdad de tratamiento, sin posibles consideraciones de origen, estatus social… o edad. No hay dirigente político o experto que pueda quebrar el axioma de que todas las vidas valen lo mismo, y el simple hecho de anunciar y protocolizar el procedimiento para vulnerar dicho principio constituye ya una grave inmoralidad. Tratar rastreramente a nuestros padres y abuelos con criterios utilitaristas de coste-beneficio produce rabia y tristeza. Estos días, a algunos se les acentúan más las arrugas del alma que a nuestros mayores las de la piel>
Una característica de la asistencia sanitaria pública, especialmente hospitalaria, es que la diferencia con cualquier otro tipo de empresa es que de los tres tipos de huelga posibles jamás padece la de clientes porque la OMS, tan en boga actual, definió la salud como el completo bienestar físico, psíquico y social y no la mera ausencia de enfermedad. Si no existe la huelga de clientes las otras dos, tarde o temprano, siempre se arreglan, ya sea la de personal o la del capital. Las empresas que fracasan es porque sufrieron la huelga de clientes entre ellas: Nokia, Kodak, Dupont y Ford. Será necesario establecer y aplicar en los hospitales protocolos de adecuación de ingresos y estancias que garanticen la equidad de las posibles listas de espera.