XVI Curso de Gestión de Proyectos, organizado por SEDISA con la colaboración de Janssen
Madrid, 9 de junio de 2022.- “Los habituales ejercicios de medición de la eficiencia de las organizaciones sanitarias indican que más que el modelo (público o privado), lo que importa es la forma concreta en que se gestiona cada centro”, explica Vicente Ortún Rubio, Catedrático Emérito contratado de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. “Un trabajo reciente sugiere que una mayor eficiencia tiende a asociarse a un marco flexible de regulación y gestión, alejado de las limitaciones autoimpuestas para la Administración Pública común. No obstante, es necesario destacar la orientación excesivamente productivista de la mayor parte de estos estudios”. Según este experto, los pocos trabajos que incorporan indicadores de resultado final y de calidad “indican que no hay diferencias significativas en términos de adecuación, seguridad, eficiencia y efectividad clínica”.
Así lo ha puesto de manifiesto Vicente Ortún Rubio durante su intervención en el XIV Curso de Gestión de Proyectos, organizado por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), con la colaboración de la compañía Janssen, en el que han participado más de 200 Directivos de la Salud de toda España y que está acreditado con 2 créditos ECTS por la Universidad Europea.
Las fórmulas de gestión más novedosas, como las concesiones administrativas de obra y servicio, con contratos de colaboración de alta complejidad, tienen problemas asociados, “como las limitaciones a la competencia efectiva que han supuesto en la práctica estos contratos, la ausencia de objetivos explícitos remotamente asociados con la calidad o la deficiente supervisión de los distintos aspectos -financieros y clínicos- de la relación contractual”, explica Vicente Ortún. “Asimismo, cabe mencionar los riesgos de quiebra en la integralidad de la prestación sanitaria o la pérdida de conocimiento clínico que puede derivarse de algunos procesos de externalización completa de algunas tecnologías”.
Para Vicente Ortún, el crecimiento de las fórmulas de colaboración con el sector privado se ha fundamentado más en la creencia apriorística de verosímiles mejoras de la eficiencia en la gestión que en ninguna realidad contrastada. “Ese prejuicio, combinado con la posibilidad de que los contratos de concesión ofrecían a los gobiernos acometer importantes inversiones sorteando, al menos en un primer momento, los límites de deuda pública, contribuyen a explicar el recurso a esas fórmulas en las dos últimas décadas”, añade Vicente Ortún. A este respecto, el propio Tribunal de Cuentas Europeo recomienda que las decisiones de contratación con el sector privado se basen en “análisis comparativos sólidos” que permitan seleccionar la mejor opción.
El futuro de las nuevas formas de gestión
Con frecuencia, las decisiones de uno u otro signo sobre las relaciones entre sector público y privado han sido más fruto de la ideología que de un debate fundado que permitiera analizar de forma objetiva las virtudes, resultados y riesgos de los distintos modelos de gestión. “Los partidarios de conceder al sector privado mayor protagonismo ignoraron el hecho de que en algunas ocasiones los obligados a vigilar por el interés general priorizaron, en cambio, la defensa de intereses particulares y pervirtieron asimismo las propias reglas del juego del mercado: la asunción de riesgos como requisito para la obtención de un beneficio económico”, explica Vicente Ortún. “Por su parte, los partidarios de mantener la gestión en un entorno puramente público agitaron el fantasma de la privatización, contribuyendo así a la deslegitimación social de la colaboración público-privada”.
Y es que el contexto institucional juega un papel crucial en el funcionamiento de las distintas fórmulas de colaboración público-privadas, “de manera que en entornos caracterizados por una fuerte captura regulatoria, los riesgos asociados a estas fórmulas pueden fácilmente superar a sus ventajas”, explica y concluye: “El éxito de cualquier iniciativa de colaboración público-privada viene determinado por tres elementos transversales: la seguridad jurídica, la transparencia y la responsabilidad”.
Colaboración público-privada en el ámbito docente universitario
En el ámbito de la docencia universitaria la colaboración público-privada puede ofrecer grandes potencialidades “valiéndose, por un lado, de la solidez del sistema público al que el sector privado -ya sean otras universidades, empresas o instituciones-, puede aportar más dinamismo, flexibilidad y capacidad negociadora”, explica Juan Antonio Marqués Espí, Subdirector General de Calidad Asistencial, Seguridad y Evaluación del Servicio Murciano de Salud y miembro de la Junta Directiva de SEDISA. “En un mundo tan cambiante como el actual, atender necesidades sobrevenidas o no previstas en materia formativa o de especialización, de fomento de la investigación o de diseñar y ofrecer nuevos servicios demandados por la sociedad, dicha colaboración es una estrategia imprescindible”.
Respecto al papel de la innovación en la gestión sanitaria en la calidad y eficiencia de los sistemas sanitarios, en palabras de Juan Antonio Marqués Espí, “es esencial; como Directivos de Salud, nunca hemos de perder de vista nuestra obligación de trabajar por hacer posible la sostenibilidad del Sistema Sanitario. Y aquí aparece, de nuevo, la necesidad de innovar en gestión para, sin necesidad de más medios, mejorar nuestra organización, nuestra accesibilidad o nuestros circuitos para ofrecer más calidad asistencial a nuestros pacientes y a su entorno personal, siendo de esa manera más eficientes y responsables del uso de los recursos que la sociedad pone a nuestra disposición”.
Ciberseguridad en el ámbito hospitalario
Como la mayoría de las organizaciones modernas, los hospitales son ámbitos complejos en términos de procesos, presentando una constante actividad 24/7 los 365 días del año, y cada vez más dependientes de los sistemas de informáticos, tanto para las funciones administrativas, de gestión operativas o clínica. “Además, debemos tener presente que la gran mayoría de los equipos y medios de diagnósticos utilizados tienen un alto componente informatizado, al igual que toda la red de dispositivos, equipamientos y sistemas que deben estar conectados con sistemas externos”, explica Carlos Seisdedos, experto en Ciberseguridad y Ciberdelincuencia. “Esta enorme complejidad organizativa y de conexión, la extensa red de equipos médicos informatizado, junto la información clínica de los pacientes, hace que el sector hospitalario sea un objetivo de preferencia para los cibercriminales”.
Al ser un sector crítico a nivel reputacional, es complejo poder dar una cifra sobre la afectación del cibercrimen en el sector hospitalario, ante lo que Seisdedos comenta que “el principal reto es ser consciente que son un blanco de lo cibercriminales por la alta exposición de sus equipos y por la alta intensidad de trabajo soportada por los trabajadores, que puede ayudar a que se cometan errores, donde debemos añadir el sector crítico al que pertenecen, donde un ataque o secuestro de sus sistemas pueden provocar muertos”. Respecto a las medidas más importantes a llevar a cabo, este experto destaca: “La primera la formación y concienciación de todos los miembros de la organización para transformar al usuario, del eslabón más débil en la primera barrera de defensa contra los cibercriminales y la segunda, ser conscientes que sus equipos médicos necesitan pasar auditorías para comprobar que no son vulnerables y, si lo son, protegerlos contra las acciones del cibercrimen”.