¿Qué podemos aprender de la gestión de la pandemia?
Una de las ideas principales es que el Sistema de salud debe organizarse en torno a las necesidades de las personas que lo utilizan, los pacientes, y no de la conveniencia de determinados colectivos, si bien está claro que los profesionales han de ser escuchados permanente e incorporados a la toma de las decisiones más trascendentes. Y esto debe ser así haya o no pandemia.
Ha quedado claro que el nuestro es un sistema muy sólido y solvente, pero ha estado en algunos lugares al límite de sus fuerzas y capacidades. Debemos evitar que eso se reproduzca en el futuro siendo más previsores y estando mejor preparados. Mayor autonomía de gestión y más facilidades para que los equipos puedan auto-organizarse más allá de los rígidos patrones tradicionales es bueno y conveniente para el Sistema de salud.
Los cambios que se han promovido tendrán que “sedimentar” pues sabemos que las inercias para que las cosas vuelvan a ser iguales a los tiempos anteriores a la pandemia son muy potentes. Surge la duda de si todas las ideas y experiencias positivas puestas en práctica durante la crisis serán incorporadas definitivamente o no al funcionamiento cotidiano de los centros sanitarios.
¿Cómo deben reenfocar los Directivos de la Salud su labor en la gestión sanitaria desde ahora?
Tenemos, como mínimo, un doble reto, pues así nos lo va a exigir la sociedad y no se entendería el no estar a la altura esperada.
Por un aparte, hemos de estar perfectamente preparados para hace frente con plenas garantías a rebrotes más o menos puntuales o incluso a nuevas oleadas de la pandemia: planes de contingencia actualizados, disponibilidad de medios de protección, abastecimiento de medicamentos y material sanitario y equipos de profesionales multidisciplinares preparados para cambiar, de nuevo y en tiempo record, sus pautas de actuación y asumir la función que les corresponda ante la llegada de un número importante de nuevos casos. Tanto en atención primaria como en hospitales y ya sea para realizar labores de triaje, de atención en cualquiera de los circuitos o unidades Covid19, para dar apoyo a centros socio-sanitarios o para trabajar desde su domicilio si es preciso.
El segundo reto es, dentro de la pretendida “nueva normalidad”, la recuperación y puesta al día de la actividad programada que ha dejado de realizarse durante muchas semanas, aplicando las conocidas medidas de higiene y prevención de trasmisión del virus. En lugares donde tradicionalmente ha habido una circulación tan intensa de pacientes y profesionales, está siendo complicado modular todo ello para poder asumir el mayor volumen de trabajo sin incrementar riesgos para enfermos, familiares y trabajadores.
Es evidente que en estos aspectos los directivos, en colaboración con los profesionales, asumimos una labor organizativa muy destacada.
¿Qué medidas cree que se deben adoptar a medio-largo plazo para conseguir un sistema sanitario sólido, foco de calidad y eficiencia?
Desde el nivel macrogestión, es decir el nivel político, hasta el nivel meso gestión, el que desempeñamos los directivos, debemos promover que haya más transversalidad en la gestión y coordinación del sistema de salud y socio-sanitario. No deben depender de Ministerios o Consejerías distintas si queremos dar respuestas equitativas y eficaces a las necesidades de salud del conjunto de la ciudadanía.
Esa idea debe trasladarse a las áreas de salud promoviendo las modalidades asistenciales alternativas a la presencial en el centro de salud u hospital, que han demostrado ser útiles y satisfactorias. Contemplando, por supuesto, a las personas mayores o con discapacidad física o mental que viven en residencias. Y esto debería ocurrir con independencia de que estemos o no en tiempos de pandemia. Permitirá afrontar mejor otra de las asignaturas pendientes de nuestro sistema: el abordaje de la cronicidad pues, pese a algunos avances, la organización asistencial sigue enfocada preferentemente a la patología aguda.
Y tan importante como lo anterior es conseguir que se haga realidad un sistema de financiación sanitario no deficitario y equitativo entre CC.AA. terminando con las grandes diferencias que persisten desde hace muchos años y que perjudican claramente a algunas regiones.