GRACIAS a todos y todas las profesionales que están trabajando en el día a día de la lucha contra el COVID-19. A los sanitarios y a los no sanitarios. Y, por supuesto, gracias a todos los directiv@s de la salud, por su dedicación, compromiso y responsabilidad con los profesionales, los pacientes y el sistema. A todos, nuestro reconocimiento.
El presente eSEDISA, dedicado de forma monográfica a la situación ocasionada por el COVID-19, pretende, sobre todo, recoger la visión de un grupo de expertos de diferentes perfiles sobre la valoración de lo que se está realizando y la realización de propuestas para enfrentarnos en un futuro a crisis sanitarias similares o a cualquier crisis sanitaria que pueda llegar. Muchas gracias a todas las personas que han colaborado en el impulso de esta perspectiva crítica, constructiva y pluridisciplinar. Iremos actualizándolo, así que animaros a enviar vuestra visión.
Para cambiar cualquier situación se necesitan tres formas de discernimiento: un análisis del estado actual, una visión de cómo debería ser y las líneas de trabajo que han de transformar la situación actual para construir y hacer evolucionar el sistema hacia lo que se necesita. Para ello, indudablemente, se requiere elaborar un informe y caminar hacia un Pacto por la Sanidad.
En el primer punto, SEDISA está comenzando a desarrollar el planteamiento de un trabajo en el que se contemplen tanto el análisis como la visión y las líneas de transformación para estudiar qué se ha llevado a cabo, qué ha sido positivo y qué debe mejorarse y, ante otras posibles crisis sanitarias, gestionar desde un mejor punto de partida y actuar de la mejor forma posible. Desde ya, abrimos la recopilación de propuestas por parte de los soci@s para la realización del informe, enviando éstas a direccion.tecnica@sedisa.net.
Este trabajo se fundamenta en la misión de nuestra Sociedad: contribuir a transformar y hacer evolucionar el modelo sanitario hacia la excelencia, a través de la profesionalización de los directivos de la salud y la gestión sanitaria y de la autonomía de la gestión.
Respecto al segundo punto, el Pacto por la Sanidad, desde la Sociedad se recomendará su materialización a través del mencionado informe, si bien se pueden aportar ya, desde un punto de vista constructivo, algunas ideas, partiendo de la profesionalización de la gestión sanitaria en todos los niveles de gestión: tanto en el ámbito nacional, como autonómico y en el de las organizaciones sanitarias. La gestión sanitaria es el motor del sistema sanitario, de forma que ésta debe alejarse de toda politización.
La primera de esas ideas es, sin duda, que el sistema sanitario y la salud requiere de una mayor inversión, con presupuestos finalistas. En este sentido, una de las afirmaciones realizadas desde Alemania respecto a su baja tasa de mortalidad por COVID-19 con respecto a otros países es que su situación de partida ante la crisis era mejor por contar con un número mayor de camas de hospitalización, de camas de UCI y de profesionales sanitarios por habitante. Igualmente, China ha comentado que han podido responder mejor a la gestión de la pandemia porque, tras la experiencia con el SARS en 2003, se habían dotado con más recursos. La tasa de mortalidad de ambos países es mucho más baja en pacientes con COVID-19 que en España.
Así, hemos de analizar con qué recursos deberíamos contar ante posibles crisis sanitarias para situarnos en un mejor punto de partida que nos haga más viable la respuesta de forma rápida y efectiva y cómo poder completar los recursos con lo necesario. Para ello, parece que se ha de contemplar el impulso de la industria nacional para hacer frente a la necesidad de Equipos de Protección Individual (EPIs) y respiradores, que en la medida de lo posible haga que no dependamos de forma relevante de mercados exteriores.
A este respecto, antes del inicio de la crisis, se estimaba que la industria manufacturera suponía el 11% del Producto Interior Bruto en España. Este dato, ante la situación que estamos viviendo, nos lleva a reafirmar la necesidad de impulsar este tipo de industria en nuestro país, que haga posible que no dependamos de forma relevante de mercados exteriores, como en este caso del mercado asiático. Cuando pase la crisis, será necesario realizar un análisis de necesidades de este tipo de productos ante otras posibles crisis y la capacidad de respuesta de la industria española para responder a dichas necesidades.
Por otra parte, el sistema debe transformarse hacia la integración entre niveles asistenciales y entre servicios sanitarios y sociales. Esto supone dar mejor respuesta a las necesidades de los pacientes y de los sistemas en una crisis sanitaria. En esa doble integración, hay que desarrollar y otorgar el papel debido a todos los profesionales sanitarios que ejercen su labor en el sistema, como enfermería, médicos de Atención Primaria y otros perfiles nuevos necesarios para la transformación del sistema.
Se han de desarrollar planes de crisis sanitarias a gran escala, como la ocasionada por el COVID-19, tanto para crisis similares como la que vivimos como para otras crisis sanitarias posibles. Esos planes de crisis deben planificar actuaciones en todos los sentidos y en todos los niveles de gestión sanitaria: administración central y ministerios, comunidades autónomas y servicios regionales de salud, hospitales, centros de Atención Primaria y centros de servicios sociales.
Una parte importante de dichos planes de crisis debe dedicarse a la forma de configurar un sistema nacional con infraestructura y herramientas de coordinación efectivas y eficientes y flexibilidad, que permitan acciones rápidas y también efectivas y eficientes. Estas infraestructura y herramientas deben fundamentarse en la coordinación por encima de intereses localizados y unilaterales, pero también desde la autogestión y el buen gobierno de las organizaciones sanitarias. Y bajo los principios del compromiso con los pacientes y el bien común, de la responsabilidad, de la transparencia y de la cooperación. Planes de crisis donde la Salud Pública debe estar muy presente y que deben elaborarse con el consenso de gestores y profesionales y también de pacientes. Y que deben conocerse por todos los agentes del sector.
Por último, debemos caminar hacia una gestión y planificación sanitarias basadas en el conocimiento que aportan los datos. Esto es más necesario que nunca en una crisis sanitaria, en la que la toma de decisiones se debe fundamentar en el análisis de datos y, para ello, es imprescindible tener sistemas informáticos sólidos y la interoperabilidad desde una perspectiva extensa, es decir, entre hospitales y centros de Atención Primaria, entre hospitales de una misma comunidad autónoma, entre comunidades autónomas y tanto en el ámbito de la sanidad pública como la privada. Además, dichos sistemas informáticos deben hacer posible tener sistemas y herramientas seguras para hacer posible el teletrabajo, tanto para los profesionales sanitarios, que es algo más habitual, como para aquellos profesionales no sanitarios que trabajan en las organizaciones sanitarias.
Unos sistemas informáticos sólidos que trabajen, desde una apuesta estratégica desde la administración y la gestión sanitaria, por la implementación estratégica de la telemedicina y la teleasistencia. Es una herramienta también clave para gestionar la asistencia en situaciones de pandemia como la que estamos viviendo.
Todo ello se dota de significado cuando se cumplen dos compromisos: con los pacientes y la sociedad y con el sistema. Y éste, precisamente, es el doble compromiso y responsabilidad en el que se fundamenta la función directiva.