Los profesionales de la Sanidad han dado una vez más muestra, de su vocación y entrega. Que es lo mejor que tenemos en el Sistema Sanitario no nos cabe a nadie duda. No obstante, también es natural su temor por ellos mismos y sus familias, su cansancio, la saturación de recursos, la sensación de impotencia, etc. y debe ser prioridad de sus direcciones, la motivación constante.
Se trata de una situación nueva, que “nos ha pillado” desprevenidos y con muchísima incertidumbre. Al menos la experiencia será útil ante la posibilidad de que se repitiera, pero hay cuatro cosas que espero se produzcan desde este momento:
Sin duda la Salud es una prioridad para la ciudadanía; y querría destacar cuatro cosas (aunque sin duda, deberán ser más): 1. reconozcamos el empoderamiento colectivo de los pacientes a través de sus organizaciones, como parte del sistema y necesarios para su mejor gestión; 2. si bien toda inversión debe ser hecha eficientemente, las actitudes economicistas llevan a un empobrecimiento paulatino de la calidad asistencial y de la motivación de los profesionales; 3. “más vale prevenir que lamentar” , preparándonos en todos los sentidos, como es por ejemplo, enseñando los hábitos de salud (higiénicos, alimenticios, ejercicio, convivencia, autocuidado, autogestión, eficiencia, etc.) desde la infancia como materia de educación; y 4. el éxito de nuestro sistema pasa por ser mixto, de gestión pública y privada, regulada como esta al igual que en la mayor parte de los países, y deberíamos sacar el mejor provecho de ella al margen de ideologías.