Los profesionales de enfermería han demostrado en esta crisis su compromiso, profesionalidad y capacidad de adaptación a situaciones difíciles. Las enfermeras generalistas han sabido adaptarse a ámbitos asistenciales diferentes, como ha sido el caso del personal de Atención Primaria y Centros de Atención Ambulatoria que están desarrollando su labor profesional en otras áreas de la atención hospitalaria o de apoyo, como hoteles medicalizados o en hospitales de campaña. Por otra parte, las enfermeras especialistas han demostrado su valía en otras áreas por la formación de base y se han incorporado allí donde han sido necesarias.
Los estudiantes y alumnos de cuarto grado desde el primer momento se han puesto a disposición de la sociedad, demostrando su implicación y profesionalidad a unos meses de finalizar sus estudios, a pesar de no haberles reconocido como enfermeras graduadas y llevándolas a primera línea asistencial porque la presión asistencial lo requería. Asimismo, los profesionales jubilados que se han incorporado lo han hecho demostrando su valor humano y profesional aportando su experiencia tan necesaria en estos momentos.
El papel de las enfermeras gestoras en la organización, coordinación y liderazgo de todos estos profesionales en esta difícil situación, está siendo una labor encomiable que supone un gran esfuerzo para mantener al equipo unido en estas difíciles circunstancias.
En mi opinión, la prioridad deben ser los profesionales, hay que cuidarles y garantizar su seguridad, y lo prioritario es que todos los profesionales sanitarios dispongan de los equipos de protección individual necesarios, hay que protegerles y exigir que se cumpla la Ley de Prevención de Riesgos laborales. También existe la necesidad de disponer de datos reales de pacientes y profesionales infectados para poder gestionar la situación y establecer medidas. En este sentido, disponer de datos centralizados y medidos con los mismos criterios de inclusión es fundamental para poder saber el alcance del problema y buscar soluciones, así como analizar el número de contagios de profesionales y por categorías para poder establecer medidas de protección.
Estimamos que el 60% de los contagiados podrían ser enfermeras por las técnicas y cuidados que realizan, pero no se disponen de los test necesarios para realizar las pruebas a los profesionales sanitarios que están en cuarentena en casa. Conocer realmente cuántos están infectados ayudaría a su incorporación a sus puestos de trabajo en cuanto la PCR diese negativo. Ante esta situación, se puede empezar a trabajar ya en programas para mejorar la salud de los trabajadores y necesidad de apoyo psicológico. En la necesidad de actualizar y revisar códigos deontológicos con cuestiones éticas en el desarrollo de la profesión que se han dado en esta crisis.
De forma constructiva para el sistema sanitario, se deben elaborar planes de catástrofes con coordinación única efectiva en los que no se dejen cosas a la improvisación, que incluyan riesgo biológicos y pandemias con previsión de la reorganización de los recursos humanos, materiales, reconversión de espacios, reorganización de los circuitos en los centros sanitarios como limpios y sucios, desarrollo de planes de contingencia con nuevas tecnologías que permitan un cambio en el sistema sanitario.
Sería necesario el desarrollo de programas de gestión de recursos humanos para garantizar un porfolio por trabajador sanitario que incluya acreditaciones, formación y habilidades de cada uno para poder conocer y tener constancia del capital humano que tiene cada centro y cada comunidad. También veo necesario poner en marcha programas de desarrollo profesional estructurados con posibilidades para la capacitación y acreditación en áreas como los cuidados críticos con criterios definidos y sistema de evaluación revisables y actualizables, en los médicos existe la especialidad de Medicina Intensiva, creo que de la experiencia del COVID-19 se desprende la necesidad de tener una especialidad de enfermería en cuidados intensivos o críticos. Lo ideal sería que de éstos pudieran crearse bases de datos con profesionales disponibles para la movilización entre comunidades autónomas.
Resaltar, por último, el gran papel de los planes de comunicación de los centros y de las comunidades autónomas que ha sido una estrategia a tener en cuenta para afianzarla.