La grave situación de emergencia sanitaria que estamos viviendo ha puesto a prueba a toda la función de gestión sanitaria, y especialmente en todo aquello relativo al aprovisionamiento de determinados bienes que se han demostrado esenciales para hacer frente a la crisis. En tal sentido, los profesionales de la gestión, tanto a nivel gerencial como económico, se han visto sometidos a un tremendo estrés, teniendo que recurrir a su talento, imaginación y entrega para poder tomar las decisiones correctas ante una situación sin precedentes que sirvieran de guía, y con una gran incertidumbre de fondo.
No obstante, la enorme profesionalidad y sacrificio que los directivos de la salud han demostrado en esta terrible situación, la crisis nos ha permitido comprobar hasta qué punto nuestro país, y por ende nuestro sistema sanitario, es muy dependiente de la producción industrial exterior, como también ha puesto de manifiesto la carencia de un protocolo y entrenamiento programados para la gestión de este tipo de situaciones que, según apuntan todos los expertos, vamos a tener que tener en cuenta de ahora en adelante.
En estos momentos resulta fundamental transmitir certidumbre a los decisores en el ámbito de la macrogestión, por lo que deben redoblarse los esfuerzos desde las distintas Administraciones sanitarias para coordinar las distintas estrategias que se han puesto en marcha, puesto que ha habido algunos fallos de coordinación y comunicación que han generado confusión en medio de una situación crítica. Todo ello bajo una idea general: el Sistema Nacional de Salud es en estos momentos una infraestructura estratégica que debe ser protegida con todos los recursos del Estado.
Pueden extraerse muchas conclusiones, como la necesidad de entrenar a los equipos de forma regular, mediante la realización de simulacros ante situaciones límite, y la realización de protocolos de actuación que, bajo un mando único, sirvan para acelerar la toma de decisiones en momentos críticos. Especialmente importante me parece la necesidad de dotar a los equipos de contratación de los conocimientos necesarios para gestionar la compra pública sanitaria en situaciones de desabastecimiento, incremento exponencial de la demanda o ausencia de operadores económicos capacitados para satisfacer las necesidades en situaciones de emergencia.
No obstante, considero que una de las lecturas más importantes que podemos obtener de lo que estamos viviendo tiene que ver con poner la atención en el hecho de que la cobertura sanitaria es una actividad esencial para el Estado, por lo que debe gozar de una especial protección, con un aumento en las ratios de inversión y, por otra parte, debe reducirse sustancialmente nuestra dependencia industrial del exterior. Como punto constructivo, debe fomentarse la creación de un tejido productivo localizado capaz de proveer de determinados bienes y servicios sanitarios básicos en cualquier situación. Para ello, deben ponerse en cuarentena las interpretaciones que consideran inadmisible la consideración de determinadas cláusulas que tengan en cuenta la fabricación local como criterio de adjudicación o condición esencial de ejecución en determinados supuestos de compra pública sanitaria, dado el interés general en juego.