¿Qué podemos aprender de la gestión de la pandemia?
En primer lugar, la pandemia nos debe enseñar que nuestro Sistema Sanitario Público, del que nos vanagloriamos y estamos justificadamente tan orgullosos, es claramente mejorable.
Es difícil por no decir imposible estar preparados para afrontar una crisis sanitaria de la magnitud de la Covid-19, pero se ha puesto de manifiesto que en aquellas comunidades autónomas en las que los recortes y la desinversión en salud han sido mayores los resultados han sido peores. En las comunidades autónomas en las que se ha hecho el esfuerzo de revertir los recortes habidos durante la crisis económica anterior, aunque no se haya logrado totalmente, el impacto de la Covid-19 ha sido menor que en aquellas en las no se ha hecho el esfuerzo de revertirlas o, lejos de eso, se ha seguido en la senda de la privatización.
Para abordar el análisis de la gestión de la pandemia hay que diferenciar lo ocurrido en los niveles asistencial, de gestión y de planificación.
La pandemia ha puesto de manifiesto el extraordinario nivel profesional y humano de todos los profesionales de la salud. En todo el Estado se cuenta con profesionales en todos los ámbitos que han sabido hacer frente a una situación inédita, difícil, gracias a su elevada preparación, dedicación, abnegación y entrega. El análisis del potencial humano sobrecoge.
La gestión de la pandemia por parte de los gestores igualmente ha puesto de manifiesto su alto grado de capacitación. Se habilitaron puestos UCI donde no existían, se cambió el modelo asistencial formando equipos multidisciplinares donde no estaban, creando de la nada una nueva forma de trabajar en equipo que se ha mostrado claramente eficiente, etc.
Por contra, en la Planificación de las autoridades responsables de la salud, las deficiencias han sido clarísimas. Teniendo las competencias de Salud las distintas comunidades autónomas y contando con un Ministerio de Sanidad burocráticamente adelgazado en el número de funcionarios, se optó por alejar la gestión de la pandemia de quienes realmente la conocían en el territorio de cada una de las comunidades autónomas para adoptar un seguidismo del propio Ministerio que ha creado bolsas de ineficiencia y falta de asunción de las propias responsabilidades de algunas comunidades autónomas, provocando confusión, alarma innecesaria en algunos casos y errores claves.
¿Cómo deben reenfocar los Directivos de la Salud su labor en la gestión sanitaria desde ahora?
La experiencia que los Directivos de la Salud han adquirido en cada uno de los centros y ámbitos gestionados debe servir para modificar en adelante la forma en que se han venido gestionando hasta ahora hospitales, centros de Atención Primaria, Servicios Hospitalarios, etc… Deben romperse todos los muros que condicionan departamentos, servicios, secciones o unidades estancas, con profesionales encerrados en pequeñas parcelas asistenciales, que los hacen claramente ineficientes. La forma de trabajar en equipos multidisciplinares formados por todos los estamentos profesionales (medicina, enfermería, técnicos, auxiliares, celadores, empleados de limpieza, etc.) tal como se ha hecho en la pandemia ha puesto de manifiesto que es posible aplicar este modelo durante la actividad asistencial en épocas ordinarias. Para lograr este objetivo, los Directivos de la Salud deben tener la capacidad de poner en marcha recursos e incentivar a los profesionales para que abandonen la zona de confort en la que muchos de ellos están anclados.
¿Qué medidas cree que se deben adoptar a medio-largo plazo para conseguir un sistema sanitario sólido, foco de calidad y eficiencia?
Sin lugar a dudas, la profesionalización de todos los actores implicados en la Planificación y Gestión de la Salud es la medida fundamental que debería adoptarse. Pero, lamentablemente, siendo realista, todos sabemos que los intereses de los distintos grupos políticos dificultarán/ imposibilitarán esta medida. Es realmente importante que la designación de los máximos responsables de la Salud no siga criterios exclusivamente políticos, y que la designación de los Directivos responsables de la mesogestión lo sea por criterios técnicos y de capacitación ajenos a vaivenes políticos.
Solo de este modo se podrá dotar de estabilidad y continuidad a las medidas que se adopten en los distintos ámbitos y niveles de gestión.
Otro aspecto importante es dotar al Sistema Público de Salud de los recursos suficientes ajustados al PIB para que pueda cumplir con rigor y eficacia las funciones que tiene encomendadas.
Lograr una amplia colaboración público- privada en el sector sanitario desde el concepto de subsidiaridad al sistema público es otro de los objetivos que los responsables de la salud deben potenciar.
Coordinar todas las políticas sanitarias a través de un Consejo Interterritorial que sea realmente eficaz y útil sería una de las primeras medidas que debería abordarse.
Para lograr todo esto, resulta esencial alcanzar un consenso político tan amplio como sea posible como para permitir desarrollar políticas mantenidas en el tiempo pensando exclusivamente en el bienestar de la ciudadanía. Pero sinceramente, soy muy pesimista en este sentido.