La Cultura del ‘NO HACER’ forma parte de la ética y de la responsabilidad de aportar valor en un sistema sanitario y debe formar parte de las políticas sanitarias

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  • Los últimos datos actualizados de la implementación de la cultura del ‘NO HACER’ por el Servicio de Salud de Castilla y León indican que 214 servicios hospitalarios -el 56% de los que fueron invitados a participar- y el 71% de los centros de salud han implementado recomendaciones de ‘No Hacer’.
  • La metodología PBM (Patient Blood Management) en la optimización de la utilización de transfusiones sanguíneas aporta un grado de calidad muy importante y una eficacia y eficiencia terapéutica cuando se aplica de forma razonable.
  • Desde el punto de vista de la gestión sanitaria, SEDISA, con la colaboración de Vifor Pharma, publicó el año pasado un Posicionamiento sobre QUÉ HACER Y NO HACER: PROPUESTAS RIGHT CARE PARA LA EFICIENCIA Y CALIDAD SANITARIAS en el que se recogían, clasificaban, priorizaban y consensuaban propuestas para potenciar el valor de las decisiones clínicas y propuestas para potenciar el valor de las decisiones organizativas. Para descargar el posicionamiento: LINK

Madrid, 1 de julio de 2020.- La pandemia ocasionada por el Covid-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de implementar la Cultura del ‘NO HACER’ en el sistema sanitario. No solo desde el punto de vista clínico -diversos procesos han dejado de realizarse durante la crisis sanitaria y es el momento de analizar cuáles hay que retomar por ser necesarios y cuáles no- sino también desde el punto de vista de la gestión sanitaria. El Covid-19 está actuando como catalizador de muchas cosas que deberían haberse hecho tiempo atrás. La cultura del ‘No Hacer’ es una de ellas y forma parte de la ética como valor de un sistema sanitario y debe evitarse a toda costa que se quiera atribuir a políticas de ahorro o austeridad, por su aportación de valor”, explica Boi Ruiz, Ex Conseller de Sanitat de Catalunya y Profesor de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC). “Forma parte de la decisión clínica y ésta del profesional, pero también debe considerarse en las políticas sanitarias, que deberían rendir cuentas públicas de sus resultados y lo que las haría más objetivas y menos opinables”.

Además, las acciones que se llevan a cabo no están exentas de riesgo; algunas, incluso, pueden dar lugar a más daños que beneficios. Por ello, en palabras de Francisco Dolz, Gerente del Departamento de Salud de Valencia –Hospital Doctor Peset y Presidente de la Agrupación de SEDISA Levante, “se estima que las prácticas clínicas que no aportan valor consuman entre un 25 y un 33% de los recursos, siendo imprescindible que las acciones que se realicen estén cada día más basadas en el valor y no en la productividad”. Así se ha puesto de manifiesto durante el Encuentro Digital La Cultura del NO HACER en el post Covid-19, organizado por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), con la colaboración de Vifor Pharma y en el marco del Proyecto Colaborativo SEDISA para la Investigación sobre la Gestión del Covid-19 (INGESCOV). Un ejemplo importante es el caso de las transfusiones sanguíneas. “El uso no óptimo de hemocomponentes, ya sea Concentrado de Hematíes, Plasma Fresco Congelado o Concentrado de Plaquetas, conlleva un aumento de la morbimortalidad en pacientes sometidos a transfusión alogénica en los que ésta no fuera requerida”, explica Calixto Andrés Sánchez Pérez, Jefe de Servicio de Anestesiología y Cuidados Intensivos Quirúrgicos del Hospital de Elda. “Se trata de una disminución de calidad asistencial, de resultados clínicos y económicos. Aparte de usar y consumir productos deficitarios, que pueden faltar cuando son realmente necesarios dependiendo de épocas del año o circunstancias sociales”.

Existen pocas experiencias en la actualidad en las que un sistema sanitario recoja estratégicamente la cultura del ‘NO HACER’, implemente medidas al respecto y realice la evaluación y seguimiento de dicha implementación. Algo que ha puesto en marcha el Servicio de Salud de Castilla y León, bajo tres premisas importantes: no ser un proyecto a corto plazo, la necesidad de desarrollar y adoptar la cultura del ‘No Hacer’ como aportación de valor y de dotar de herramientas a los profesionales para poder llevarlo a cabo. En palabras de Mª José Pérez Boillos, Directora Técnica de Sistemas de Información, Calidad e Innovación del Servicio de Salud de Castilla y León, “los últimos datos actualizados indican que 214 servicios hospitalarios -el 56% de los que fueron invitados a participar- y el 71% de los centros de salud han implementado recomendaciones de ‘No Hacer’. Además, destaca que en Atención Primaria en 10 de las 12 recomendaciones trabajadas con mayor frecuencia se han producido mejoras”.

La labor no es fácil y se encuentran no pocas barreras. “La cultura de ‘más siempre es mejor’ y de ‘no conciencia de los riesgos que supone la atención sanitaria’, la necesidad de contar con tiempo para explicarle al paciente porqué ya no vamos a hacer algunas prácticas, las dificultades para medir la adherencia a las recomendaciones y la ausencia de herramientas que nos ayuden a recordar lo que tenemos que dejar de hacer en cada paciente que atendemos”, destaca Mª José Pérez Boillos como las más importantes encontradas en la implementación de la cultura del ‘NO HACER’ desde el Servicio de Salud de Castilla y León, trabajo que ha impulsado desde 2017.

La metodología PBM (Patient Blood Management) en la optimización de la utilización de transfusiones sanguíneas

Tal y como se ha puesto de manifiesto en el Encuentro, la cultura PBM (Patient Blood Management) aporta un grado de calidad muy importante y una eficacia y eficiencia terapéutica cuando se aplica de forma razonable. En palabras de Calixto Andrés Sánchez Pérez, “los programas PBM deben ser amables con los profesionales que lo llevan a cabo, además de muy transversales y multicisciplinares, y que no supongan sobrecargar administrativamente a quien lo realiza”. Y es que, según este experto, un centro hospitalario que lleve programa PBM “debe conseguir la percepción de bien común obtenido como un logro por los que lo llevan a cabo, – de cualquier estamento o profesión, y reconocido por la autoridad sanitaria como un plus de calidad y esfuerzo de sus profesionales, que deben percibir el apoyo de sus directivos por el hecho de haber conseguido uno de los logros importantes para la salud de su colectivo asistido”.

El avance que ha supuesto la metodología PBM ha supuesto pasar de lo que se hacía hace 20 años, cuando la transfusión de dos concentrados de hematíes era la rutina habitual en pacientes con una cifra de hemoglobina de 10 g %. “Después vimos que la metodología PBM suponía no solo un ahorro, sino que tiene muchas más consecuencias”, explica Calixto Andrés Sánchez Pérez. “Lo de hace 20 años es algo impensable en la actualidad, siendo muy raro transfundir a alguien con más de 7,5 a 8 g% de hemoglobina, salvo circunstancias excepcionales. En este punto es fundamental la labor de los anestesiólogos”. De hecho, alrededor del 55% de las transfusiones las indican los anestesiólogos, que en general “aplican protocolos PBM en su uso o realizan una buena indicación de uso de sangre o derivados”.

Cultura del ‘No Hacer’ y gestión sanitaria

La traslación concreta de la cultura del ‘No Hacer’ tiene su escenario en la gestión de la prestación de los servicios en las organizaciones. En palabras de Boi Ruiz, “los Directivos de la Salud tienen un papel clave. Evidenciando e incorporando la cultura del ‘No Hacer’ en los programas de calidad y seguridad de los pacientes tienen en sus manos el avance en esa línea de presente”.

Desde el punto de vista de la gestión sanitaria, SEDISA, con la colaboración de Vifor Pharma, publicó el año pasado un Posicionamiento sobre QUÉ HACER Y NO HACER: PROPUESTAS RIGHT CARE PARA LA EFICIENCIA Y CALIDAD SANITARIAS, con la colaboración de Vifor Pharma, en el que se recogían, clasificaban, priorizaban y consensuaban propuestas para potenciar el valor de las decisiones clínicas y propuestas para potenciar el valor de las decisiones organizativas. Entre otras propuestas recogidas, destacan la creación de Comisiones para la Mejora de la Práctica Clínica, políticas de comunicación de la práctica clínica de valor, la gestión del proceso asistencial a partir de las cadenas de valor y potenciar políticas y acciones que sean favorecedoras de innovación, en el ámbito de las decisiones clínicas, y fomentar gobernanzas orientadas a implementar medidas organizativas de valor, transformar la actual situación de fragmentación asistencial en modelos organizativos que aportan valor y la formación en novedades de gestión organizativa, en el ámbito de las propuestas para potenciar el valor de las decisiones organizativas.

“Todas ellas forman parte del trabajo de creación de la cultura organizativa del “qué no hacer” y “qué hacer” para aportar calidad y seguridad asistencial y eficiencia, y facilitando, al mismo tiempo, una mejora en la experiencia del paciente en el sistema sanitario”, explica Francisco Dolz. Esto supone una aportación fundamental y prioritaria del Directivo de la Salud por la que SEDISA apuesta, en el marco de la profesionalización de la gestión sanitaria y del compromiso con la contribución a la mejora del modelo asistencial, así como con los usuarios del sistema.