Tenemos (teníamos) el mejor SNS del mundo. ¿Por qué? ¿Qué define la eficiencia de los SNS? ¿Es la eficiencia el indicador adecuado para establecer qué SNS es el mejor? Creo que establecimos que nuestro SNS es el mejor, porque con menos recursos conseguíamos mejores resultados.
Pero, en este momento, los datos que aporta la pandemia del COVID-19 nos coloca en la cola de Europa y del Mundo. ¿Qué ha pasado? Este cambio evidente en el ranking mundial me recuerda situaciones de triunfo y fracaso de empresas tales como Lufthansa, Dupont, Ford… Estaban en la cumbre de su sector y de pronto cayeron. ¿A qué se debió? El diagnóstico en los tres casos fue: la cumbre la lograron los lideres de la correspondiente industria. La caída se produjo por deficiente función directiva.
Con nuestro SNS en la gestión de la pandemia ha ocurrido algo parecido. Los políticos, transformados en gestores, consiguieron el mejor SNS del mundo, aunque el Management fue deficiente. La crisis del COVID-19 exige un Management eficiente, que no dominan los políticos, por lo que nuestro SNS se manifiesta muy deficiente.
Tenemos muy buenos políticos y excelentes directivos que conocen y dominan el Management. Pero los políticos quieren ser gestores y los directivos hacen demasiada política. Dirigir es conseguir resultados, tomando decisiones acertadas y oportunas, asumiendo riesgos en situaciones de incertidumbre. Esto es muy difícil y requiere directivos competentes, con experiencia en dicha función.
La centralización de la toma de decisiones puede ser necesaria, pero requiere de asesores específicos para cada decisión, y nunca deben achacarse los errores de la misma, a los asesores. Estos son responsables de la calidad del informe asesor, pero la responsabilidad de la decisión es del directivo que la toma.
De cara al futuro, en mi opinión, es imprescindible un cambio disruptivo en nuestro SNS, que deberá afectar al paradigma de funcionamiento del mismo, cuyos ejes, desde el punto de vista directivo, deberían ser: