La respuesta de los profesionales ante la crisis está siendo excepcional, saliendo de sus respectivas áreas de confort para formar equipos multidisciplinares, trabajando unidos por un mismo objetivo. Han dejado de ser neurólogos, cardiólogos o enfermeras de quirófano para convertirse en profesionales COVID-19. Cuando trabajamos así, sin duda, somos más fuertes.
La crisis del COVID-19 ha exigido un cambio radical en nuestra organización, desde los equipos hasta los espacios y circuitos. Gestionar es planificar, tener estrategia, aplicar orden y método. Pero una buena estrategia necesita una gran ejecución y muchas veces pasamos por alto el cambio interno, lo que la gente piensa y siente.
La anticipación ha sido para nosotros una estrategia fundamental, unida a la permanente comunicación del estado de la situación con nuestros profesionales.
Iniciativas como el proyecto Co-Vid (Comunicación es vida), liderada por el Servicio de Psiquiatría, supone una ayuda tanto a profesionales como a pacientes y familiares, teniendo en ellos un inestimable apoyo.
El COVID-19 ha demostrado el valor del teletrabajo y todo lo que implica trabajo en remoto y debe servirnos para acelerar esta forma de trabajo colaborativa en su versión digital (audios y videoconferencias) que ahora se han convertido en habitual.
La desinfección y el lavado de manos debería pasar ya a ser un gesto automático e interiorizado por todo el personal que trabajamos en un entorno sanitario.
Los equipos directivos no somos a veces el paraíso del feed back y la comunicación, actuando por inercia o siguiendo órdenes que no han sido habladas ni debatidas. En esta crisis nos estamos dando cuenta de que, gestionando adecuadamente la parte emocional, es más fácil conseguir los objetivos. Sin duda, esta crisis nos va a cambiar también la forma de gestionar nuestros equipos.