Joaquín Estévez Lucas. Presidente de SEDISA y Fundación SEDISA
Poner en valor la gestión sanitaria en tiempo de crisis es algo obligado. Habrá tiempo más adelante de hacer análisis y, de forma constructiva, establecer las líneas de actuación ante crisis que puedan suceder o volver a suceder.
Hoy día, al igual que profesionales sanitarios y profesionales no sanitarios de las organizaciones sanitarias, por estar luchando al lado de pacientes y profesionales -no atrincherados en despachos-, un gran número de directivos de la salud están infectados por el COVID-19. Mínimo una quincena solo en la Comunidad de Madrid. Continúan trabajando, aportando, ante esta fatal situación. El equipo directivo de una organización sanitaria está formado por perfiles multidisciplinares y cada uno de ellos desempeñan una importantísima función. También en la gestión de la crisis ocasionada por la pandemia actual.
Desde el gerente o director de la organización hasta los directores de los servicios médicos, pasando por la dirección médica y asistencial, dirección de enfermería, dirección de sistemas informáticos, dirección económica, de recursos humanos, de servicios generales, etcétera. Todos tienen un papel fundamental en esta crisis. A todos ellos, desde la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) queremos darles las gracias y todo el apoyo.
Pero de ellos dependen un gran número de profesionales, sanitarios, como médicos, enfermeras y farmacéuticos, y no sanitarios, como profesionales de mantenimiento, limpieza, administración o cocina. A todos ellos, también, muchas gracias.
Trabajar en la incertidumbre, en una línea de acción, reacción y repercusión sobre las cifras que se van arrojando día a día es una presión que no se podrá olvidar en mucho, muchísimo tiempo. Y cuando, además, la fuerza se ve mermada, no solo por la falta de recursos (materiales y humanos) sino también por la sintomatología del coronavirus, el trabajo -y el teletrabajo- se hace mucho más cuesta arriba.
Asistimos a un momento en el que la coordinación entre autoridades centrales y autonómicas y entre macro y mesogestión es más clave que nunca. Y la clave de esa clave es la gestión sanitaria, bajo el liderazgo de los directivos de la salud, en una realidad con posibilidades de autogestión mermadas y una responsabilidad aumentada de puertas adentro. No solo en relación a cifras y resultados, sino también en relación a la salud del propio equipo en todos sus niveles.
En esta ocasión no voy a hablar de profesionalización de la gestión sanitaria y de los directivos de la salud. Esta vez, toca hablar de corazón, de lucha, de compromiso con profesionales y pacientes, de responsabilidad ante autoridades sanitarias y sociedad. En demasiados casos sin tener reconocida siquiera la carrera profesional, hablamos de grandes profesionales comprometidos con la salud, trabajando con la gran presión de la crisis, pero luchando cada día por la salud en su globalidad. En todas sus perspectivas.