¿Qué podemos aprender de la gestión de la pandemia?
La principal lección que debemos aprender es la necesidad de transformación organizativa de nuestras estructuras asistenciales. No podemos seguir amparados bajo viejos paradigmas que condicionan la respuesta de nuestro sistema de salud, necesitamos autonomía de gestión para consumar lo previsto en la necesaria planificación.
Se necesitan estrategas enfocados en pandemias que vertebren respuestas de estado, globales, que abarquen todos los ámbitos de forma integral y gestores capaces de llevarlas a la práctica. No podemos volver a caer en la tentación de dejar aparecer francotiradores aislados que tienen la visión restringida a su punto de enfoque (por bueno que éste sea).
¿Cómo deben reenfocar los Directivos de la Salud su labor en la gestión sanitaria desde ahora?
Ser capaz de imaginar el futuro de su organización y trabajar con los profesionales para hacerlo realidad constituye, a mi entender, la habilidad que ha de definir la calidad del directivo. Crear retos adecuados para sus profesionales, animarles a tomar iniciativas y enseñarles a gestionar el fracaso.
Hemos de dejar de centrarnos tanto en la actividad y focalizarnos más en identificar el mejor talento disponible, colocarlo en la posición adecuada, facilitarle la formación y exigirle resultados.
Hay que tener la firme voluntad de promover e impulsar los cambios organizativos internos que durante tanto tiempo hemos reivindicado sin esperar a grandes soluciones de fuera (pactos de estado, reformas legislativas, etc.) que nos paralizan. Hay mucho por hacer dentro de nuestras organizaciones con el marco normativo actual, aunque no sea el idóneo.
¿Qué medidas cree que se deben adoptar a medio-largo plazo para conseguir un sistema sanitario sólido, foco de calidad y eficiencia?
A medio- largo plazo no queda más remedio que, independientemente de sanear y en la medida de lo posible mejorar financieramente el sistema nacional de salud, promover una transformación el modelo asistencial y de gestión del mismo. No podemos retroceder en la senda de la gestión pública directa que no es capaz de ofrecer las herramientas de gestión que el Sistema Sanitario necesita. Sin desafección por la naturaleza de lo público en el Sistema Sanitario hay que avanzar por otras vías que lo público ofrece (en los ámbitos de las relaciones laborales, de la configuración institucional y la autonomía de gestión, de la gestión económico-financiera, etc.).
Hay que reorientar el Sistema Sanitario hacia las necesidades de la población (donde priman las derivadas del envejecimiento y las patologías crónicas). Como he dicho en otras ocasiones, estamos obligados a apostar por la innovación organizativa: los hospitales y el resto de organizaciones sanitarias han de pasar de mejoras incrementales a innovaciones disruptivas con lo que suponen de cambios significativos incluso en su identidad y modelos de creación de valor.