Pere Vallribera. Presidente de la Societat Catalana de Gestió Saniària y Secretario General de SEDISA

Patricia Gómez i Picard. Consellera de Salut i Consum de Illes Balears
8 abril, 2020
Rafael López Iglesias. Ex-Gerente Regional de SACYL (Sanidad de Castilla y León)
8 abril, 2020

Los profesionales de la gestión sanitaria y la gestión clínica están actuando de forma efectiva frente a una situación crítica y sin precedentes. En pocos días, se ha liderado un cambio trascendente en la forma de trabajar tradicional de los dispositivos asistenciales, superando barreras históricas, adoptando comportamientos cooperativos y solidarios entre profesionales, especialidades y niveles asistenciales, y colaborando con otros sectores. En definitiva, se ha trabajado con una orientación efectiva y coordinada al resultado.

La gestión sanitaria en situación de crisis ha de actuar maximizando la respuesta de las organizaciones al cambio radical que debe realizarse en su funcionamiento y a las necesidades inmediatas de las personas a las que atendemos. Hoy más que nunca, debemos orientar nuestras organizaciones hacia los equipos profesionales: sin duda, no parece viable que se hubiese producido esta respuesta sin un nivel importantísimo de autonomía de gestión de personas y recursos por parte de gestores clínicos y profesionales. La realidad es que los profesionales multiplican su capacidad cuando tienen una finalidad común y un alto nivel de autonomía.

Esta crisis nos va a dejar muchas lecciones de dónde se ha actuado adecuadamente y cuando no. Deberemos aprender de los errores, por acción o por falta de previsión, que se han cometido; habrá tiempo para esta evaluación. Sin embargo, si alguna cuestión debería destacarse es que, para hacer frente a esta situación, ha sido necesario dotar a las organizaciones de autonomía, de capacidad de toma de decisiones y, sobre todo, de flexibilidad y orientación al resultado: estas características que han sido necesarias y posibles ante la crisis, también lo eran antes y lo serán tras ella. Si una lección deberíamos aprender es que, en crisis o en situación estable, la rigidez, la burocracia, los modelos de gestión y laborales obsoletos y las normas orientadas al control previo no son los instrumentos que necesita el sistema y, en definitiva, los ciudadanos, para dotarnos de un sistema de salud que dé respuesta a las necesidades.