Como expertos en procesos y gestión de operaciones, nuestras reflexiones a raíz de la crisis del coronavirus se centran en la gestión operativa y de procesos del sector sanitario, utilizando como referencia el ciclo de mejora (PDCA) que busca aumentar la capacidad de adaptación e implementar cambios operativos.
La reacción de los centros sanitarios y todos sus profesionales frente a esta crisis, una vez que se ha materializado, ha sido excepcional. Se ha conseguido en tiempo récord rediseñar los circuitos de atención, reprogramar la actividad no esencial de forma casi quirúrgica para no dejar fuera a los pacientes críticos, reconvertir al personal que veía bajar su carga de trabajo en intensivistas, incrementar sustancialmente las visitas remotas de seguimiento e incluso poner en marcha hospitales de campaña.
Toda esta difícil tarea se ha logrado con una eficacia impensable en cualquier otro momento, gracias a los esfuerzos titánicos de miles de personas y a la capacidad de improvisación que parecemos llevar en el ADN los mediterráneos. La contrapartida es una inevitable penalización de la eficiencia, en forma de sobredimensionamiento de recursos de forma global, en vez de dirigir los esfuerzos de forma más precisa allá donde son más críticos; personal contratado que acaba ejecutando tareas improvisadas; mandos intermedios sobrecargados con tareas administrativas en vez de con tareas reales de supervisión; gestión mejorable de compras; instrucciones de trabajo que no llegan a los destinatarios hasta días después, y dirección por intuición, a ciegas, sin datos precisos sobre lo que está pasando (tanto epidemiológicos como operativos).
Dejando de lado la previsión política de la crisis y teniendo en cuenta que es inviable tener el sistema sanitario dimensionado para una catástrofe de estas características, vemos que en los momentos como éste es donde se hacen más visibles los puntos críticos en los sistemas y dinámicas de gestión de cualquier organización. De cara al futuro, tenemos que trabajar en la implantación de modelos más profundos de gestión a todos los niveles, basados en:
Como decíamos antes, todo esto no habría evitado tensiones en una situación tan atípica como la actual, pero seguramente habría reducido su magnitud y habría aprovechado mejor el aumento de recursos que ha traído el coronavirus. Ahora que parece que estamos llegando al pico de la curva, apliquemos todos estos principios en la revisión de lo aprendido y en la preparación de un plan para la vuelta paulatina a la normalidad.