El papel de los directivos de la salud es fundamental en la prevención, detección precoz y tratamiento del cáncer

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Prevención, detección precoz y diagnóstico preciso, tratamiento eficaz y eficiente, acceso a la innovación y atención integral a los pacientes son los pilares de la calidad y la eficiencia en Oncología. En este marco, con motivo del Día Mundial del Cáncer que se celebra hoy, 4 de febrero, la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) reconoce el papel de los Directivos de la Salud como algo fundamental, junto con la labor de los profesionales sanitarios. “En tanto en cuanto la gestión sanitaria es fundamental para la calidad y la eficiencia del sistema sanitario, el papel de los Directivos de la Salud es clave en la prevención mediante la materialización de políticas de salud pública, así como en la detección precoz, mediante el desarrollo de campañas de screening, y en el diagnóstico preciso, a través de la implementación de la tecnología sanitaria”, explica Joaquín Estévez Lucas, presidente de SEDISA y Fundación SEDISA.

 

Según el Informe Las cifras del cáncer en España 2020, editado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el número de nuevos casos de cáncer diagnosticados en España en el año 2020 alcanzará los 277.394, cifra muy similar a la de 2019, con 277.234 de casos. Además, el presente año habrá 160.198 nuevos casos de cáncer en hombres y 117.196 en mujeres, frente a los 161.064 casos en hombres y 116.170 en mujeres que se registraron en 2019. “El envejecimiento de la población y los hábitos de vida no saludables están conllevando un aumento del número de pacientes con alguna enfermedad oncológica”, explica el presidente de SEDISA y Fundación SEDISA. “No obstante, la innovación terapéutica conseguida en los últimos años ha supuesto un gran salto en la curación del cáncer, lo que supone la necesidad de la gestión eficaz y eficiente de dicha innovación y, asimismo, la transformación de la gestión de los pacientes, evolucionando a la atención de largos supervivientes, con integración sociosanitaria y entre niveles asistenciales, garantizando la continuidad asistencial”.

 

Respecto a la innovación, el sistema sanitario debe solucionar dos grandes retos: valorar la innovación más allá del coste y financiarla. Y es que nos encontramos intereses y posturas diferentes entre todos los agentes que componen el sector de la salud. En palabras de Joaquín Estévez Lucas, “las compañías necesitan mantener el negocio para mantener, con ello, su actividad investigadora; las administraciones sanitarias luchan contra la falta de sostenibilidad y solvencia y ven la innovación como gasto y no como inversión con una visión cortoplacista; los pacientes quieren ser tratados con la terapia más eficaz, y los clínicos, en una continua formación científica, tienen el compromiso de ofrecer a sus pacientes lo mejor”. Ante esta situación, los directivos de la salud y gestores sanitarios, en la mesogestión, se enfrentan a una factura de farmacia hospitalaria muy alta, siendo éste el punto más complicado de cumplir en cuanto a la cifra objetivo implantada, sin normalmente negociar, por parte del servicio regional de salud en el marco de los contratos de gestión que se firman de forma anual. “En dichos contratos gestión no se tiene en cuenta la llegada e incorporación de nuevas terapias o tecnologías innovadoras. Al revés, la cifra de este objetivo se fija en base al fijado el año anterior”.

 

Para hacer frente a todo ello y gestionar con calidad y de forma eficiente, el directivo debe tener un perfil profesionalizado, con formación y experiencia, que le permita liderar la transformación del sistema para poder hacer más accesible, de forma rápida y equitativa, la innovación. “Esto obliga al directivo -explica el presidente de SEDISA- a conocer la innovación; medir para conocer resultados, lo que facilitará dejar de hacer cosas y poder reinvertir en lo verdaderamente eficiente; implementar la innovación estratégica en la gestión sanitaria para obtener ahorros y calidad y reinvertir, de nuevo, en procesos y productos innovadores que aporten al paciente; conocer la visión de los clínicos y compartir con ellos las necesidades de la gestión, facilitando al mismo tiempo la investigación y la formación, y conocer la visión de los pacientes sobre qué significa para ellos la innovación, cómo viven el proceso en el hospital, etcétera”.