Las organizaciones sanitarias deben implementar medidas de conservación del agua, optar por plantas resistentes a las sequías y eliminar el agua embotellada si se tiene agua potable de calidad

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El papel del directivo de la salud es fundamental para la adopción de este tipo de medidas dentro de la cultura organizacional

  • “No dejar a nadie atrás” es el lema de este año, en el sentido de que todos deben beneficiarse del progreso del desarrollo sostenible.

 

  • Se estima que la demanda de agua aumentará hasta un 30% en 2050.

 

  • El compromiso con el medio ambiente (plan de gestión de residuos, sistema de gestión medioambiental, optimización del uso de agua, etcétera) forma parte de una gestión más sostenible.

 

Madrid, 21 de marzo de 2019.- En muchas partes del mundo, el agua potable es un recurso escaso y es un desafío para la salud ambiental. De hecho, millones de personas tienen acceso a suministro de agua no potable y algunos beben agua contaminada. Cada año se producen millones de casos de diarrea y la mayoría se debe al agua no apta para consumir. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 94% de los casos de diarrea son prevenibles a través de intervenciones que puedan incrementar la disponibilidad de agua limpia y mejorar las condiciones sanitarias.

El lema de este año es “No dejar a nadie atrás”, una adaptación de la promesa central de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible: todos deben beneficiarse del progreso del desarrollo sostenible. En este sentido, uno de los objetivos de desarrollo sostenible 6 (SO 6) es garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos en 2030. Por definición, esto significa no dejar a nadie atrás, teniendo en cuenta que la demanda del agua crecerá hasta un 30% en 2050.

Si bien en España no existen problemas con la disponibilidad de agua, no podemos olvidar que el cambio climático traerá sequías, lo que aumentará el problema de la escasez de agua. Por ello, ante el importante consumo de agua que llevan a cabo las organizaciones sanitarias, sobre todo los grandes hospitales, y en el marco de la celebración del Día Mundial de Agua mañana, 22 de marzo, la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) propone realizar algunas acciones. En palabras de Anna Rodríguez Cala, directora de Estrategia del Institut Català d’ Oncologia (ICO) y responsable del Comité de RSC y Ética de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), “entre las medidas que las organizaciones sanitarias pueden adoptar, destacan implementar una serie de medidas de conservación de agua, instalando grifos e inodoros eficientes, optar por jardines con plantas resistentes a las sequías para disminuir el consumo de agua y eliminar agua embotellada si se cuenta con agua potable de buena calidad”.

“El papel del directivo de la salud que desempeña su labor profesional en una organización sanitaria es fundamental para la adopción de este tipo de medidas dentro de la cultura organizacional”, explica Joaquín Estévez Lucas, presidente de SEDISA. ”Así, junto a la gestión profesionalizada, la toma de decisiones basada en datos, el impulso de la innovación, la calidad y la eficiencia, entre las medidas que el directivo debe adoptar se encuentra también el desarrollo de una gestión más sostenible”. Desde el Comité de RSC y Ética, SEDISA trabaja para sensibilizar sobre la importancia de hacer en los centros sanitarios una gestión más sostenible, “de la que el compromiso con el medio ambiente (plan de gestión de residuos, sistema de gestión medioambiental, optimización del uso de agua, etcétera) forma parte”, explica Rodríguez Cala. “Por ello, las organizaciones sanitarias deben tener un compromiso con la concienciación sobre el medioambiente a sus trabajadores y con la gestión responsable sobre este tema”.

RSC en las organizaciones sanitarias

En la actualidad, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) no se debe relacionar únicamente con algún tipo de iniciativa o actividad o la relación de la empresa y sociedad. De hecho, la Comisión Europea define la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores”. En el ámbito sanitario, en el que todos los agentes que colaboran tienen un compromiso con la salud y el servicio a los pacientes, esta visión debe estar aún más implementada.

“La RSC se debe configurar como una manera de repensar el papel de la empresa en la sociedad, incorporando como elemento vertebrador una perspectiva de gobernanza y de sostenibilidad. Así, debe estar integrada en la visión de la empresa, en su estrategia global y en el diálogo con los diferentes actores involucrados”, explica Anna Rodríguez Cala. En este marco, el directivo de la salud es el profesional responsable de dirigir a los diferentes equipos de un centro sanitario implicados en la atención sanitaria, “asegurando la calidad de la prestación y la eficiencia en la gestión de los recursos humanos y materiales, lo que infiere su compromiso con la sostenibilidad del sistema o de la institución de la que forma parte. Para ello, resulta determinante garantizar la profesionalización de la función directiva y la de los profesionales que la desarrollan”.